LOS DESTRUCTORES DE LA ALEGRÍA

Leer: Mateo 6:26; 1 Pedro 5:7; Filipenses 4:6; Proverbios 14:30; Salmos 16:11;
Proverbios 17:22

 

La alegría es una de las razones por las que vale el esfuerzo vivir. Sentirla es reconfortante y agradable. El cuerpo se relaja, la mente se abre y el alma se refresca.
 
Proverbios 15:13 dice: “El corazón alegre hermosea el rostro; más por el dolor del corazón, el espíritu se abate.” 
 
Nuestro semblante cambia y nos vemos mejores y más atractivos que nunca. A todos nos gusta estar alrededor de gente alegre. La alegría es una emoción que se contagia y hace que las personas disfruten de nuestra compañía.
 
Hoy quiero compartir tres agentes destructores de la alegría para que puedas aprender a reconocerlos y disfrutar plenamente de la alegría que Dios nos da.
 
El primero es el perfeccionismo. Muchas veces creemos que las cosas podrían estar mejores de lo que están porque nada es suficiente, nada nos satisfice 100%. Querer alcanzar la excelencia en todo lo que hacemos está muy bien. Pero, el sentirnos continuamente inconformes con nosotros mismos y los demás no es igual. El perfeccionismo puede destruir la alegría, llenar nuestro corazón de quejas, alejar a la gente de nuestro alrededor y amargarnos lentamente, haciéndonos incapaces de experimentar la Felicidad.
 
El segundo destructor es la preocupación. Cuando los problemas nos agobian y no tenemos la solución a la mano, no Podemos estancarnos en ellos y dejar que nos pasen, por un lado, momentos en los que pudiéramos relajarnos y salir de la rutina. Problemas vamos a tener todo el tiempo y si no aprendemos a entender que todo tiene solución y que Dios puede tener el control de todas las cosas si se lo permitimos, estaremos siempre con una actitud negativa y será imposible disfrutar de sus bendiciones.
 
Por último, el tercero es la envidia. ¿Alguna vez ha tenido envidia de su hermano, compañero, compañera, de su vecino o vecina o algún conocido o conocida?

La Biblia denuncia la envidia, señalándola como un pecado tan grosero como el adulterio, la fornicación, la inmundicia, la lascivia, etc. y puede ser señalada, además, como uno de los pecados más contraproducentes, en que suele incurrir el hombre y la mujer.
La envidia es también extenuante, porque seca las fuentes de la vida: destruye el bienestar, el gozo y la Felicidad, la salud mental, emocional y espiritual. Es por esto, que Proverbios 14:30 afirma: “…Mas la envidia es carcoma de los huesos.” 
No permitas que los momentos más especiales de la vida se te escapen de las manos. La vida es corta y el tiempo pasa muy rápida. Atesora en tu corazón los momentos de alegría y no le pongas límite a tu corazón para sentir el gozo y Felicidad que Dios quiere para ti.